Política de trincheras y panderetas. El pacto social olvidado.

La sociedad española, a fecha de abril de 2021, vive una etapa de turbulencia política y social, incrementada con la pandemia del SARS-Covid 19 y su consecuente crisis económica. La polarización del mensaje político no es más que el reflejo de una sociedad apegada al enfrentamiento con aquel que piensa diferente. Los actos violentos se suceden uno tras otro a ambos lados del espectro político, más separado que nunca, donde el respeto por el contrario ha desaparecido por completo. Este entorno de crispación política cuenta con dos principales consecuencias en nuestra sociedad. 

Por un lado, la polarización de los propios ciudadanos. Cabe destacar que este fenómeno no se limita a las fronteras nacionales, sino que se ve reflejado a lo largo y ancho del planeta. Gran parte de la culpa se encuentra en las plataformas de redes sociales que, lejos de fomentar el dialogo y la libre comunicación entre ciudadanos, fomentan el agrupamiento sectario y la radicalización ideológica, enfrentando y señalando a todo aquel que se desmarque del mensaje. Así mismo, estos medios han sido criaderos perfectos de fakes-news o bulos falsos que se extienden con rapidez, impulsados por bots programados precisamente con ese fin, destruyendo la capacidad de pensamiento crítico de la población.

La mejor arma para un pueblo es una buena educación; en el momento en el cual se limita el pensamiento propio y se repite de forma robótica los mantras lanzados por los líderes políticos, la sociedad comienza a deteriorarse. Como bien se ha descrito en alguna otra ocasión: “vivimos en una sociedad de titulares”, y es que la inmensa mayoría de los ciudadanos basa sus discursos precisamente en ellos, en los titulares, sin leer y profundizar en la noticia. 

Por otro lado, dentro del contexto de avance tecnológico y progreso, nuestra sociedad se enfrenta a numerosos problemas estructurales, los cuales requieren del consenso general y capacidad de acuerdo para solventarlos. En el caso de España, con una deuda que supera ya el 117% del PIB, con un sistema de pensiones insostenible, un modelo educativo al servicio del partido gobernante, o una tasa de paro juvenil cercana al 40%, el enfrentamiento político centrado en “rojos” y “fachas”, lanzándose la culpa cual peloteo de tenis, parece un burdo insulto a las necesidades reales del país.

La historia muestra una vez más el camino a seguir. Los grandes logros y cambios de esta sociedad, aquellos que han perdurado más en el tiempo, se han logrando con consensos. Gran ejemplo de ello es la Transición Española, liderada por políticos de ideales opuestos, pero con el mismo denominador común: la intención y responsabilidad por mejorar el país y lograr una democracia consolidada. 

Los políticos actuales se encuentran lejos de estos valores. Pero no debemos olvidarlo, los políticos son el reflejo de la sociedad, y es la propia sociedad, los propios ciudadanos como tu y yo, los que debemos comenzar a moderar nuestras ideologías, nuestros mensajes, y comprender que es necesario llegar a puntos en común para avanzar como país.

Hay demasiado en juego. 

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